Hace unos días un amigo me envió un link de youtube https://youtu.be/yJspKpgOe7U. Era del programa “Retrats” de TV3 y entrevistaban a Jorge L. Tizón. El título era “Empastillados”. Estoy bastante de acuerdo en algunos aspectos, a pesar de alguna pequeña crítica que expondré el final.
De entrada yo supongo que son ciertos los datos que se exponen. Que aquí en Cataluña unas 700.000 personas toman más de 5 medicamentos diarios, y que los psicofármacos (antidepresivos, hipnosedantes y antipsicóticos) son los más recetados. Que el uso de antidepresivos se ha triplicado en los últimos diez años por delante de Francia. Alemania e Italia. Que en las personas mayores, tres de cada diez medicamentos que toman no tienen una indicación clara … Y si realmente es así, que no lo dudo, la conclusión es que es cierto que hay una excesiva medicalización.
El exceso de medicación es un problema de salud, porque los fármacos tienen efectos secundarios.
El Dr. Joan-Ramon Laporte, director de la Fundación Instituto Catalán de Farmacología y catedrático (del que yo tuve la suerte de recibir sus a menudo radicales enseñanzas como profesor de Farmacología en la UAB) asegura que estamos dando medicamentos para situaciones que a menudo no se pueden calificar de enfermedad, sino de “malestar”. Ansiedad, tristeza, insomnio, conflictos de pareja, problemas laborales, estrés o duelos no elaborados son motivo de consulta habitual al médico de familia.
Los médicos cada vez atendemos más consultas relacionadas con el malestar emocional vinculado con la realidad social, económica o familiar. Representan un 30% de las consultas donde la queja es directamente la expresión de estos trastornos emocionales. A lo que deberíamos añadir las consultas “indirectas” de los trastornos somáticos con el que muchos pacientes responden al estrés emocional. Debemos atender estas consultas, y estoy de acuerdo que hay que evitar el abordaje exclusivamente farmacológico. Pero esto no se puede hacer si no se pasa de un modelo biomédico (con una visión especializada en el órgano) a un modelo biopsicosocial que contempla la visión integral de la persona. Periódicamente hay que hacer revisión de los medicamentos que toma el paciente para evitar la medicación por inercia o fármacos que se cronifican. Por ejemplo, tomar omeprazol sin que haya ningún motivo, o bien tomar psicofármacos sólo por el miedo de que vuelvan los síntomas … Es necesario que el médico se tome el tiempo para fomentar cambios en los estilos de vida de los pacientes, como hacer una dieta más sana, o animarles a hacer un buen rato de ejercicio diario, o aún mejor, darles herramientas psicológicas para que gestionen sus emociones en los casos de depresiones menores y trastornos de ansiedad.
Los médicos de medicina general hemos estudiado los fármacos, sabemos su uso y farmacodinámica, posología y mecanismo de acción, etc. Y debemos tratar las depresiones menores y los trastornos de ansiedad perfectamente a nuestra consulta, del mismo modo que podemos tratar una neumonía y derivar al neumólogo las neumonías graves. No siempre hay un psiquiatra, y no siempre la gente acepta una derivación a un psicólogo. Por ello, aparte de prescribir los medicamentos que consideramos imprescindibles, también debemos preocuparnos por tener herramientas psicoterapéuticas básicas que puedan ayudar ‘in situ’ al paciente que pide ayuda.
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