Los “taquipensamientos”

¿QUÉ SON?

 

Llamamos “taquipensamientos” a aquellos pensamientos involuntarios, automáticos y muy rápidos, que conforman el ‘dialogo interno’ que mantenemos con nosotros mismos.

Desde la edad de cuatro años nos hablamos constantemente en nuestro interior dirigiéndonos una serie de mensajes y frases hechas que contienen órdenes, estados de ánimo, apreciaciones…; de tal manera que constituyen un discurso que no descansa, a no ser que estemos absortos en algo que concentre toda nuestra atención. Y aun en este caso cualquier acontecimiento interno o externo es capaz de reactivarlos inmediatamente y con extrema facilidad. Por ejemplo: estoy concentrado viendo una película interesante y pasa algo: me empieza a doler la barriga, o me traen la cena en una bandeja, o una imagen me recuerda lo que tengo que hacer al día siguiente… Involuntariamente, activados de manera automática por mi memoria, me surgirán una serie de pensamientos que tendrán como referencia esos hechos, y que irán dando vueltas por mi cabeza durante poco o mucho rato, aunque yo continúe atento, aunque ya algo menos, a la película.

Para la mayor parte de personas este dialogo interno, casi continuo, es ‘subconsciente’. Esto quiere decir que, aunque está ahí, como no es fácil observarse a sí mismo, no se reconoce ni se tiene en todo momento la conciencia del mismo.

En la práctica, todas las personas mantenemos a la vez un discurso de pensamiento elaborado concientemente, en el presente, para lo que estamos haciendo, planificando o recordando, que coexiste con otro discurso de mensajes verbales, en forma de ‘disco rayado’, que nos van repitiendo constantemente una serie de breves pensamientos. Por ejemplo: estoy explicando a mi amiga, con mucho interés, una cuestión que me exige mucha concentración (eso es algo de lo que yo tengo conciencia), pero, al mismo tiempo, voy lanzándome mensajes del tipo ‘¡hala, qué tontería has dicho!’… ‘¿qué pensara de mi?’ o ‘qué bien, parece que me entiende’, o ‘¡uf, que tarde es ya!’… o ‘hum, qué bien, me quedaría aquí’…

A efectos terapéuticos podemos clasificar los taquipensamientos en constructivos y destructivos. Todas las personas sanas han aprendido a elaborar y lanzarse automáticamente * mensajes subliminales de contenido positivo. Por ejemplo, los momentos de bienestar solemos acompañarlos de taquipensamientos del tipo ‘¡qué fantástico!, ‘están contentos’ ‘¡qué bien todo!’, o pensamientos dirigidos hacia nosotros mismos del tipo ‘adelante, sin miedo’, ‘lo estoy haciendo muy bien’ o ‘¡venga no te enfades!’… Estos son los taquipensamientos constructivos.

Pero hay otros taquipensamientos que son destructivos o autodestructivos. Nos centraremos en ellos porque la consecuencia de mantenerlos puede ser la instalación crónica de estados emocionales trastornados que nos llevarán a conductas perjudiciales para uno mismo y para los demás.

¿QUÉ REPRESENTAN?

 

Los taquipensamientos se hallan en un nivel de conciencia situado entre nuestros pensamientos conscientes y  el llamado ‘inconsciente’. Por ‘inconsciente’ entendemos todo aquello que se supone ha sido almacenado en nuestra memoria desde el nacimiento y de cuyos efectos nocivos se supone que estamos protegidos por nuestra propia mente a través de unos mecanismos de defensa. Esos efectos nocivos,  popularmente, se llaman  ‘traumas’, y probablemente sean la causa de un mínimo porcentaje de trastornos emocionales graves. No hay que infravalorar su existencia e importancia, pero parece ser, desde un punto de vista terapéutico eficaz, que la mayor parte de los trastornos emocionales que sufrimos las personas se deben directamente a la existencia de esos mensajes subconscientes destructivos.

Es en el sustrato mental de los taquipensamientos donde trabaja la terapia cognitivo-conductual.

Cabe insistir en el hecho de que son los taquipensamientos los que de alguna manera definen la ‘filosofía de vida’ cotidiana y real de la persona. En efecto, una persona puede decir que su filosofía es budista o naturista…, pero si sus taquipensamientos subconscientes son del tipo derrotista o perfeccionista, probablemente, en su vida cotidiana, no podrá crecer demasiado en sus ideas filosóficas.

 

 

 

¿CÓMO SON?

 

Los taquipensamientos aparecen en nuestra mente sin desearlo. Es como si invadieran nuestra conciencia, incluso en contra de nuestra voluntad.

Son creíbles y enfáticos, aparecen con mucha fuerza en nuestra mente, y tomamos esa energía con la que surgen como prueba que son pensamientos veraces y realistas. En ningún momento los cuestionamos o los ponemos en duda.

Son rápidos, de tal manera, que a veces puede dar la impresión de que no hubo pensamiento, porque lo único que notamos es el malestar. Pero si pudieramos grabar, rebobinar y volver a pasar lentamente el proceso que se sucedió en nuestra mente unas fracciones de segundo antes de notar la emoción negativa, encontraríamos algún tipo de pensamiento concreto.

Mas que frases perfectamente construidas, los taquipensamientos surgen en forma de frases elípticas, que son formas gramaticales en las que se han suprimido artículos, pronombres y complementos, y los verbos o los sustantivos quedan aislados pero cargados del significado de la frase entera. Recordemos que es como hablan los niños muy pequeños: cuando dicen ‘caca’ para expresar que algo está sucio, o ‘¡quiero!’ para decir que esto lo quiero…en el caso del lenguaje de los niños se llaman ‘palabras-frase’. Ya como adultos seguimos manteniendo la misma tendencia a las elipsis y decimos ‘¡frio!’ para expresar la idea de que tenemos mucho frío o de que hace mucho frio, y así muchas frases cargadas de sentimiento que se resumen con una sola palabra: ‘miedo…’, ‘fracaso…’, ‘horror…’, ‘fin…’, ‘culpa…’.

En otras ocasiones, quizás lo que aparezca son pensamientos en forma de imagen, lo cual dificulta aún más su identificación.

CONTENIDO DE LOS TAQUIPENSAMIENOS

Los taquipensamientos de contenido ansioso incluyen una visión catastrofista, temerosa, y distorsionada:

de uno mismo de los demás de los peligros del mundo

y de  la vida

‘no soportaré ’

‘lo haré fatal’

‘voy a caer’

‘me harán daño’

‘me acusarán’

‘no me querrán’

‘¡¡cuidado!!’

‘peligro’

 ‘¡ay, ay, ay…!”

Los taquipensamientos de contenido colérico incluyen una visión radical, intolerante, y distorsionada:

de uno mismo de los demás de las injusticias del mundo

y de  la vida

‘soy imbécil’

’no tengo que equivocarme’

‘me doy asco’

‘ese es malo’

‘tendrían que hacerlo’

‘le mataría’

‘todo está fatal’

‘nadie hace nada’

‘no hay justicia’

Los taquipensamientos de contenido depresivo incluyen una visión oscura, negativa y distorsionada:

de uno mismo de los demás de las desgracias del mundo

y de  la vida

‘soy un desastre’

‘todo lo hago mal’

‘es por mi culpa’

‘nadie me quiere’

‘somos lobos’

‘ ‘

‘la vida no tiene sentido’

‘¿para qué seguir luchando?’

‘no hay solución’

‘nunca volveré a ser feliz’

No siempre se dan todos a la vez, se pueden ir combinando.

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El Dr. Jordi Gol, medico catalán, enunció en 1967, en un Congreso de Medicina: Salud es autonomía, solidaridad y alegría.

Cada persona  lleva inscrita en su ser estas tres características. El objetivo de la Medicina es ayudar a recuperarlas en la medida de lo posible tanto a nivel de la salud física como emocional.