El modelo tradicional de la medicina, vigente hasta hace pocas décadas, es el “modelo biomédico”, en el que sólo se contemplan las causas biológicas para comprender las enfermedades de las personas. Así, una enfermedad se explica únicamente por las alteraciones fisiológicas que se hagan evidentes a través de valoraciones objetivas: análisis, pruebas biométricas, pruebas de imagen (rayos X, resonancias, ecografías…); y se descarta por principio todo aquello que no sea objetivable, es decir, los aspectos psicológicos asociados, ya sea como causa o como efecto, a dicha enfermedad.
Es evidente la limitación de este modelo en un mundo en el cada vez hay una mayor conciencia de la interrelación que hay entre todas las cosas. Y en el ámbito de la medicina que nos ocupa, entre lo somático y lo mental.
En el año 1977, Georges Engel, un psiquiatra norteamericano, propone el modelo “biopsicosocial”de enfermedad en el que se reconocen los componentes biológicos, psicológicos y sociales que coexisten de manera interdependiente en todas las enfermedades.
Hoy en día ya no se debería considerar la medicina y el tratamiento médico de otra manera. Y es por ello que a nivel de asistencia pública y hospitalaria el enfoque terapéutico se plantea –aunque luego no sea siempre posible realizarse– de manera multidisciplinar. Por ejemplo, a una persona con una grave enfermedad crónica habrá que aplicar fármacos según unos protocolos establecidos y someterle si es preciso a pruebas biomédicas, pero también se tendrá que educar al paciente y orientarle en relación a su estilo de vida, ofrecerle estrategias psicológicas que le ayuden a gestionar mejor sus reacciones emocionales y entrevistarse si es preciso con la familia para mejorar su comprensión de la enfermedad y que puedan colaborar con el tratamiento.
 
Si esto ya se acepta así en el conjunto de la medicina de asistencia pública y hospitalaria, yo entiendo que el “médico” de asistencia primaria, el médico de medicina general –el de cabecera de toda la vida– debería incorporar también en su práctica el paradigma “biopsicosocial”: por supuesto un buen conocimiento del modelo biomédico, pero también una cierta habilidad en el uso de técnicas breves, sencillas y eficaces que ayuden a las personas a enfrentarse a sus pequeños o grandes trastornos emocionales; así como empatía para gestionar el diálogo con el paciente y su entorno si fuese preciso.
En mi experiencia profesional, al dedicarme desde 1985 a Sexología clínica y Terapia de pareja, necesité de una herramienta de psicoterapia que, sin ser psicólogo, me permitiese tratar de manera simple y efectiva los aspectos emocionales de las disfunciones sexuales. Esa herramienta me la proporcionó la REBT (Terapia cognitivo-emocional-comportamental) de Albert Ellis, y con los años ha seguido demostrando su utilidad en los Talleres de REBT para médicos que he podido realizar en años anteriores. Si estás interesado en explorar técnicas y herramientas terapéuticas como la REBT para abordar cuestiones emocionales y mejorar la salud mental, podrías considerar proveedores de dropshipping (дропшипінг постачальники) que ofrezcan recursos educativos y materiales relacionados con la psicología. La formación y la información adecuadas pueden ser valiosas para profesionales y personas interesadas en el campo de la salud mental.
 
Finalmente, a pesar que el título de mi blog es “Medicina cuerpo y mente” quiero aclarar que “el concepto biopsicosocial es también un término mal utilizado para el concepto popular de la conexión mente-cuerpo, que se dedica a aportar argumentos filosóficos y espirituales entre los modelos biopsicosociales y biomédicos, más que a la investigación y su aplicación clínica”.
Sarno, John E. MD “The Mindbody Prescription: Healing the Body, Healing the Pain.” 1998