En La Vanguardia de hace unos días (29/5/17) aparecía la noticia de que el obispo de Solsona, Xavier Novell, tuvo que ser escoltado hasta su vehículo, por temor a su seguridad ante los abucheos de miembros del colectivo LGTBI que protestaban por sus últimas referencias a la homosexualidad durante una homilía. Desde que se conocieron sus comentarios, Novell ha recibido múltiples muestras de rechazo.
La frase que el obispo Novell comentó en la homilía del pasado domingo fue la siguiente: “[…] si el fenómeno creciente de la confusión en la orientación sexual de muchos chicos adolescentes no será debido a que, en la cultura occidental, la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desviada, difuminada”
Hay dos ideas centrales en esta frase: la idea de que “existe un fenómeno creciente de confusión en la orientación sexual de los adolescentes” y la creencia de que esto “puede ser debido a una ausencia simbólica de la figura paterna”
Me gustaría expresaros mi opinión desde un punto de vista científico, como profesor del Master de Sexología Clínica de la Facultad de Medicina de la UB, encargado de impartir el tema de “Orientación sexual” a profesionales médicos y psicólogos.
El origen de la orientación sexual de una persona es un tema complejo. ¿Por qué una persona es heterosexual, homosexual o bisexual? Los estudios científicos, a pesar del sesgo ideológico que suele acompañar cualquier investigación, hoy en día avanzan más en saber qué es lo que no causa la orientación sexual, más que en aquello que la origina realmente.
La creencia popular mantiene que la heterosexualidad es el producto de una correcta educación del niño o niña, y que este correcto desarrollo puede ser alterado por un contagio social, o como producto de una familia no convencional, y así dar lugar a la homosexualidad.
Con la idea del “contagio”, muchas personas creen que el ambiente homosocial (el hecho de que las personas homosexuales se manifiesten más públicamente) determina que haya un aumento de la población con patrones de conducta homosexual. Pero parece ser, como veremos más adelante, que la homosocialidad, así como la heterosocialidad, no tienen efectos en la conformación de la orientación sexual de una persona.
Y de la idea de la “familia no convencional” nacen y se sustentan toda una serie de argumentos basados en figuras paternas inadecuadas. El primero que las describió en 1952, fue David M. Halperin, psicoanalista freudiano que dijo: “Un padre débil y una madre fuerte pueden influir en el hombre para acabar siendo homosexual”. La idea caló, y a partir de ahí han ido surgiendo todas las variantes posibles: “ausencia de padre”, “ausencia de madre”, “madre sobreprotectora y castradora”, “madre excesivamente permisiva y cariñosa”, “combinación de madre sobreprotectora y padre pasivo”, “combinación de padre débil inexistente o ausente con madre demasiado presente y castradora”, etc. … Pero, al final, todas se han mostrado irrelevantes en la determinación de la orientación sexual. Ya que en un ambiente familiar “sano” pueden desarrollarse otras orientaciones sexuales diferentes a la heterosexualidad. Y de la misma manera, una familia homoparental (familia en la que una pareja de hombres o de mujeres se convierten en progenitores de uno o más niños) no presenta ningún efecto en la orientación sexual de los niños y niñas. En resumen, parece demostrado en datos estadísticos que llevan más de 50 años realizándose, que ninguna causa de tipo familiar es determinante en la orientación sexual.
A pesar de esta evidencia, muchas personas –entre las que quizás se encuentra el obispo Novell–, influidas todavía por conceptos psicoanalíticos, continúan manteniendo esa creencia de que la “ausencia de modelo paterno masculino” puede ser la causa de la homosexualidad. En la frase del obispo Novell, además, lo sitúa en un contexto “simbólico” que lo único que hace es envolver el concepto de homosexualidad dentro de una atmósfera malsana “desviada, difuminada” –dice–. Cuando también está más que demostrado, que la homosexualidad es normal desde el punto de vista filogenético y social, que no es una enfermedad, que las personas con una orientación homosexual son igual de maduras o inmaduras que las personas con conducta heterosexual; y que, a pesar de su aparente incremento en los últimos decenios, el porcentaje sigue considerándose en una franja que está entre un 8% y un 10% de la población mundial. Por cierto, el mismo porcentaje que existe en la población de zurdos… ¿Hace falta recordar cómo se trataba en los colegios religiosos a los zurdos hasta hace 60 o 70 años? ¿Cómo se les estigmatizaba por usar “la mano del diablo”? ¿Cómo se les amenazaba y se les obligaba a usar la mano “correcta”?… A mí me gustaría creer que dentro de unos años la misma iglesia católica entenderá la homosexualidad cómo algo que forma parte de la normalidad más absoluta. Igual que a las personas zurdas, que ya no llaman ni tan siquiera la atención de nadie por el hecho de serlo.
Mientras este cambio de mentalidad eclesial no ocurra, nosotros, las personas que aceptamos la orientación homosexual como una variante normal del sentimiento y de la expresión sexual, porque no hay nada desde el punto de vista médico, psicológico y sociológico que nos indique que no lo sea, debemos por respeto aceptar que la iglesia católica lo considere “anormal” desde el punto de vista de su propia moral católica. Pero no cabe tolerar que pretenda imponer este criterio, por muy legítimo que sea en su planteamiento doctrinal, al resto de la población que no lo considera así.
Aunque yo no creo que hoy en día la iglesia católica esté imponiendo ya nada. Tampoco creo que el obispo Novell haya hecho nada más que expresar una opinión que está acorde con su concepto de moralidad.
El único aspecto que me parece cuestionable sería el hecho de usar argumentos desacreditados, de tipo psicoanalítico como en este caso hace el obispo Novell. Parece como si la única finalidad de esta argumentación sea la de mantener esa idea de que la homosexualidad es un fallo de la naturaleza, para así justificar su control y la necesidad de curación… La iglesia católica tiene todo el derecho de definir sus propios criterios de moralidad, pero no creo que sea ético, ni adecuado ante los propios feligreses, el pretender justificar esa visión con argumentos falsamente científicos.
Para acabar mi comentario de una manera eficaz, un par de apuntes de lo que se sabe hoy en día sobre esta cuestión.
¿Qué es lo que determina la orientación sexual? Un estudio reciente hecho en Suecia con hermanos gemelos, que permite valorar tanto los aspectos genéticos como los ambientales, viene a corroborar que existen unos factores genéticos y unas circunstancias prenatales que pueden favorecer, aunque no determinar, un comportamiento homosexual. Pero que son los factores ambientales específicos del individuo en forma de experiencias fortuitas y con el grupo de iguales, es decir, con los otros niños, en la fase preadolescente (entre los 9 y los 13 años) los que fijarán en ese periodo crítico la orientación sexual. Y, como hemos comentado antes, las variables de experiencias ambientales compartidas, como son el ambiente familiar y las actitudes sociales, tendrían una influencia casi insignificante.
Sea como sea, y también para que quede muy claro respecto a posibles tratamientos de “curación” de la homosexualidad que también están presentes en algunos sectores de la iglesia católica: una vez establecida la orientación sexual, siempre de manera imprevisible e involuntaria durante ese periodo crítico de la pubertad, ya no se podrá cambiar. Es decir, ser homosexual, ni se elige ni se puede modificar.

Quizás, en algunos casos, lo que puede crear confusión es no tener esto claro.